dimarts, 2 d’agost del 2011

Per a no oblidar



Ana Garralón en el seu blog Anatarambana 
htpp://anatarambana.blogspot.com
exposa d’una forma certera la importància de la lectura en veu alta.

La reivindicació d'aquesta activitat ha de ser constant perquè, com tothom sap, cada vegada amb més facilitat, oblidem  les coses imprescindibles.

Entre elles la lectura en veu alta. Tal vegada perquè pensem que ja les hem dit tantes vegades... que són obvies..., perquè sabem que els mestres ja ho fan...

L’experiència és molt agradable per a l’adult i per als xiquets/es ...
Us animem a seguir el blog d’Ana Garralón i a iniciar o continuar l’experiència, sempre un bon regal.


 Siempre recuerdo con mucha simpatía aquel profesor que describía Daniel Pennac en su libro Como una novela: llegaba a clase en su destartalada moto, vaciaba su petate y sacaba un libro que comenzaba a leer. Así una clase tras otra. De esta forma consiguió interesar a ese grupo de adolescentes rebeldes que jamás hubieran tomado por sí mismos uno de esos libros para leer. Sí, leer en voz alta. ¿Quién no recuerda haber tomado un libro ante un grupo de niños y ver cómo todos se apretujan y hasta se abrazan para dejarse llevar por una historia? No estamos hablando aquí del cuentacuentos que interpreta con mucha sabiduría un cuento, sino del sencillo acto de tomar un libro, ponerlo delante de los ojos y leer, de forma pausada, una historia. Una práctica muy habitual en siglos pasados, incluso entre adultos.  Al lector de las tabaquerías cubanas, por ejemplo, estudiado en este brillante ensayo de Araceli Tinajero, El lector de tabaquería, historia de una tradición cubana se le otorga un papel clave en la culturización de las clases obreras y en su concienciación de clase, clave para la independencia de Cuba. El nombre de Montecristo de los puros que fabrican viene directamente de la obra de Dumas, que escucharon con pasión durante mucho tiempo. 
La lectura en voz alta, dicen los expertos, permite a los más jóvenes acceder a lecturas que por sí mismos no podrían leer pues se trata de textos más complejos y ricos en vocabulario. Al escuchar se aumenta la comprensión, permitiendo elaborar imágenes mentales de las escenas leídas, y se facilita la relajación y la concentración. El que escucha recibe el ritmo del idioma, la riqueza del lenguaje, sus silencios. El que lee, poco a poco, aprende la práctica de entonar, de marcar los suspenses, de interpretar con sus palabras un texto.  Es un regalo mutuo: el que lee y el que escucha.
Leer en voz alta es una asignatura pendiente en nuestros países de habla hispana. Su ausencia lo demuestra la falta de audiolibros y el fracaso de sus intentos, mientras que en otros países como Alemania o Reino Unido y Estados Unidos ofrecen simultáneamente libros con sus correspondientes audiolibros. En Alemania se disfruta desde hace años del llamado Vorlese Tag, (el día de la lectura en voz alta) que se celebra en noviembre e invita a participar a famosos e importantes (participan desde periodistas hasta banqueros y políticos) a leer en voz alta ese día. Claro que es un país donde es normal encontrarse en la programación de muchas casas de cultura la lectura en voz alta, durante un invierno, de En busca del tiempo perdido de Proust, pero no hay que desanimarse sino copiar un modelo que funciona. En Reino Unido hay una iniciativa en colaboración con varios periódicos llamada The Reading Weekend donde se ofrece una estancia de un fin de semana sólo para leer y leer a los otros. Una casa con encanto, sin TV, con chimeneas, sofás y libros desperdigados por todas partes como si fueran bombones para picar en cualquier momento.
Quien ha recibido el regalo de una lectura en voz alta sabe lo que significa, y deberíamos ser más conscientes con los niños: leer en voz alta ayuda a crear lectores y crea vínculos sociales y afectivos difíciles de olvidar. El especialista en lectura José Antonio Millán recuerda en el artículo Compartir la lectura cómo empezó a leer a sus hijos y se sintió incapaz de dejarles de leer cuando se hicieron "mayores" y podían descifrar ellos mismos las letras. Es muy emotiva la parte donde él mismo cuenta cómo, cuando les leyó con 13 y 14 años La Metamorfosis de Kafka, se dió cuenta de sutilezas del texto que sólo percibió cuando las leyó en voz alta.

Si alguien desea indagar un poco más en este tema, recomiendo la lectura del libro El ambiente de la lectura de Aidan Chambers (México: Fondo de Cultura Económica, 2007) donde se dedica un capítulo entero a la importancia de la lectura en voz alta. 
Para terminar, me gustaría hablar de una iniciativa única en nuestro entorno hispano-hablante: Abuelas Cuentacuentos, promocionada por la Fundación Mempo Giardinelli, en Argentina. Desde hace años, un grupo valiente de abuelas llevan libros y sus historias a diferentes lugares tratando de establecer la intimidad que se da entre una abuela y su nieto. No sólo van a escuelas, sino que su labor se extiende a hospitales, campamentos y comedores infantiles, entre otros, y establecen auténticas relaciones afectivas con los niños a los que leen. El programa y las características pueden leerse en su propio blog, así como las entrañables muestras de afecto  que los niños devuelven al recibir estas historias sin esperar nada a cambio.  Un regalo como éste es lo que necesitan muchos niños, y también muchos adultos.